VITKO NOVI - VLADO Kapetánovich BULÁTOVIC (parte 6)

Minutos después, me vino un pequeño mareo. Una fuerza inexplicable apretaba mi corazón y me dificultaba la respiración. La máscara me ahogaba tanto que me dio la impresión que iba a morir. Unos finos y débiles sonidos, mezclados con el murmullo de voces de personas, escuché a mí alrededor. Me acordé entonces de mi prometida. Deseaba que ella estuviera presente para verme morir. Luego me parecía escuchar su voz y ver aquellos sus ojos tiernos, llenos de calor femenino, que me eran tan necesarios en esos momentos como la vida misma.

La alegría que había sentido por haber sobrevivido a tantos sacrificios hasta entonces, se apagó ante el temor a la muerte. Pensé que bajo aquel maldüo aparato encontraria el fin de mi existencia. Sentí terror, pensé en mi novia de nuevo y pronuncié con todas mis fuerzas su nombre. Necesitaba que aquel ser angélico estuviera a mi lado ella era para mí: familia, amor, pasión, vida. Seguí llamándola hasta que perdí el sentido.

Mi estado de inconsciencia no duró mucho. Apenas el médico profundizó en la herida, mi cuerpo se estremeció y me quejé de dolor. Aquella lucha duró dos horas. Cuando terminaron de coser mi herida, el médico que estaba a mi lado, tomó mi mano derecha y mientras me examinaba el pulso, dijo mirándome:

- El proyectil no se ha podido extraer, joven, se necesita hacer una operación de especial cuidado, lo cual no podemos efectuar en estas circunstanciales. Faltan los instrumentos y el material necesarios, habrá que operar de nuevo, por ahora es imposible.

- Añadió. Me llevaron a mi cama. Allí terminó la curaación, y la bala permanecerá en mi cuerpo hasta que terrrline de vhár.

En aquel tiempo el personal médico escaseaba en el frente yugoslavo. Miles de heridos negaban a diario a aquel hospital, y los pocos médicos que se encontraban entre nosotros apenas se daban abasto.